Los fallos con la tarjeta gráfica se suelen presentar como que el sistema no la reconozca al iniciar este. O que el rendimiento en los juegos descienda bastante de manera inesperada. O que se caliente demasiado y haga que el ordenador se apague por exceso de temperaturas.
Si el ordenador no es capaz de detectar la tarjeta gráfica al arrancar, directamente la podéis tirar, a no ser que el problema esté en la fuente de alimentación, claro.
Cuando se produce un descenso inesperado del rendimiento en los juegos, lo más probable es que se deba a un exceso de temperaturas, que haga que las frecuencias de funcionamiento de esta bajen mucho. Para conocer los datos de la temperatura, lo mejor es emplear el programa HWinfo y un programa que podáis hacer funcionar en bucle durante un buen rato. A este respecto, el Unigine Heaven o el Unigine Valley son programas perfectos para estresar la tarjeta gráfica y observar las temperaturas que alcanza al funcionar. Si las temperaturas son muy altas, una buena opción que tenéis es limpiar el disipador de ésta y cambiar la pasta térmica que emplea. Si el problema está en que el disipador original ha dejado de funciona bien, podéis buscar un disipador de terceros que reemplace al original.